Las últimas dos semanas han sido como pocas de mi vida. Desde varios meses atrás, he experimentado bastante ronquera. Como no se resolvía la situación, fui a ver mi especialista para que me revisara la garganta. La noticia que me dio no fue la que yo hubiera deseado: el pólipo en mi cuerda vocal había regresado después de 3 años.

 

Sentí como si me hubieran tirado una cubeta de agua fría encima. Ese pólipo había sido removido por este mismo doctor y era muy inusual que volviera a salir. En el momento, no sabía qué decir, ni qué responder a las preguntas que me hacía. Pero recuerdo que durante esos momentos, oía una voz que me decía: “Yo te cuido, yo te cuido”.

 

Mi esposa y yo nos quedamos callados. El doctor me dijo: “Tranquilo. Ya sabes qué hacer porque ya has pasado por este proceso antes. Ya sabes qué esperar. Solo que ahora implicará un poco más de trabajo para que te recuperes. Pero, vas a estar bien.”

 

Quizá para muchos suena sencillo recuperarse de un pólipo en las cuerdas vocales, pero cuando tu voz es parte de tu identidad y tu trabajo, se vuelve mucho más complicado. Emocionalmente, te paraliza; físicamente, te pone límites. En estos momentos, estamos por ver si será necesaria la cirugía. Y mientras tanto, tengo que estar en reposo vocal por un tiempo, que hasta ahora, es indefinido.

 

Al escribir estas palabras, estoy cumpliendo 12 días sin hablar, en reposo total, pero sé que durante estos momentos de silencio, Dios está obrando en mí. Mi confianza está en Él. Aunque mi vida, y quizá la tuya, se estremezca y todo se vuelva un caos, recuerdo las palabras de Isaías 26:3 -- “Tú guardas en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado.”

 

Puedo decir que mi confianza está en Dios. Mis pensamientos están en Él, y Él es quien me trae paz y descanso.

 

Job Gonzalez